A pesar de que ya Hipócrates y Aristóteles hablaban de la existencia en el cuerpo humano de unos vasos portadores de un líquido incoloro o blanquecino, al que nombraban como “sangre blanca”, no fue hasta hace poco más de cien años, cuando el matrimonio danés Vodder, comprobaron como sus pacientes mejoraban su estado de salud haciendo algo que hasta entonces nadie se había atrevido a hacer, el drenaje linfático manual.
DLM, drenaje linfático manual
Fue entonces cuando nació el drenaje linfático manual (DLM), que es una técnica que se realiza con las manos a través de movimientos muy suaves, lentos y repetitivos que favorecen la circulación de la linfa, mejorando así cuadros edematosos, inflamaciones y retenciones de líquidos orgánicos. Y es que, el sistema linfático colabora estrechamente con el sistema inmunológico. El drenaje linfático manual mejora de manera general el estado de salud y ejerce un papel muy beneficioso en el sistema nervioso, además de tratar específicamente distintas afecciones.
Cuando el sistema linfático está congestionado, los ganglios linfáticos no pueden realizar su labor correctamente. Cuando los ganglios se presentan inflamados es una señal de que algo no funciona bien en nuestro organismo.
Es en esas situaciones cuando se aconseja el drenaje linfático manual que “cuando se realiza en la dirección correcta, estimula el drenaje de estos conductos linfáticos, limpiando las zonas congestionadas”, asegura Yolanda Romero, fisioterapeuta y tesorera del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Castilla-La Mancha (COFICAM). Una técnica, añade, que “requiere de cierta precisión e intuición, ya que la presión es un factor determinante y cada caso, requiere manipulaciones específicas”.
Relaja, calma y drena
Uno de los efectos que consigue el drenaje linfático es el relajante y sedante, debido al ritmo lento, monótono y la suavidad con la que se aplican los movimientos. Además con el drenaje activamos unos receptores (mecanoreceptores) en la piel, provocando una disminución de los estímulos dolorosos. Precisamente por ello, indica Romero “se puede utilizar en aquellas situaciones donde exista dolor, como pueden ser migrañas, fibromialgia, después de una fractura, etc… Otro efecto de esta técnica, como el drenante, mejora la circulación y disminuye las inflamaciones, por lo tanto, también bajamos el nivel de dolor, como por ejemplo en los casos de lumbalgias”.
El drenaje linfático manual es el tratamiento recomendado tras las cirugías de cáncer de mama. Es el caso de la aparición de linfedemas (inflamación del miembro superior del lado afectado). Además de mitigar el dolor, ayuda a reducir cierto tipo de edemas y favorece los procesos de cicatrización y recuperación de los tejidos lesionados.
El drenaje linfático manual es el tratamiento recomendado tras las cirugías de cáncer de mama
Hablamos de una técnica que no sólo se aplica en el campo de la medicina, sino que constituye un útil remedio fisioterápico en alteraciones propias del campo de la estética. Por sus efectos podemos decir que es útil en trastornos cutáneos (acné, rosácea, dermatitis perioral); trastornos del tejido graso como la celulitis; quirúrgicos, pre y postcirugía reparadora y estética, así como la prevención y tratamiento de cicatrices.
Diferencias y contraindicaciones
Aunque el DLM tiene muchos beneficios para nuestra salud, será un profesional fisioterapeuta, quién indique que técnica a de utilizarse. Ya que el masaje convencional mejora la circulación sanguínea, el DLM mejora la circulación linfática. El masaje es más rápido, de presión más intensa y en algunas ocasiones es doloroso. Se utilizan cremas o aceites para aplicarlo, por lo que produce un efecto estimulante. Por otro lado, el DLM es de ritmo más suave, lento y repetitivo. No se utilizan cremas ni aceites, no causa dolor y produce un efecto sedante y relajante.
Asimismo existen contraindicaciones absolutas en el uso de la técnica del DLM, como son: los tumores activos, infecciones, trombosis, flebitis, descompensación cardiaca o crisis asmáticas. Y existen contraindicaciones relativas, como pueden ser, hipotensión, hipotiroidismo, hipertiroidismo, asma, cáncer tratado, embarazo y algunos problemas del aparato digestivo como la enfermedad de Crohn.