Las limitaciones suelen venir de la mano de la tecnología, es una de las conclusiones de la entrevista a José María Álamo, fisioterapeuta, con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
José María Álamo es Fisioterapeuta colegiado en COFICAM, y cursó el Grado en Fisioterapia en la Universidad Autónoma de Madrid (Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE), realizando estudios de posgrado en Movilización Neuro meníngea y Dolor, un Máster en Fisioterapia Manuel y Ortopédica del Sistema Neuromusculoesquelético, en los mencionados centros educativos. José María cuenta con una discapacidad, que en este caso se trata de una deficiencia visual grave.
Antes de entrar de lleno en cómo es la labor profesional que realiza, nos gustaría saber si tuvo que superar dificultades a la hora de cursar el grado.
No muchas. El grado lo cursé en la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE, cuyo centro pertenece a la Universidad Autónoma de Madrid. Tuve la suerte de tener grandes soportes de accesibilidad y profesores que adaptaban la materia todo lo que se pudiera en el momento -a sabiendas de que jamás podría ser 100% accesible-.
¿Qué supone para un profesional de la Fisioterapia tener una discapacidad como la suya en el ejercicio diario de la profesión?
Depende del ámbito de la fisioterapia al que te dediques. En mi caso, mi labor se destina a la fisioterapia reumatológica y traumatológica, ejercicio terapéutico y, en ocasiones, en el campo de la fisioterapia neurológica. En general, las limitaciones siempre suelen venir de la mano de tecnologías o aparatos electrónicos, pues el manejo de los mismos no dispone de lectores de pantalla y/o botones en relieve, entre otros.
Los espacios donde se práctica Fisioterapia, ya sean públicos o privados, ¿están suficientemente adaptados en cuanto a barreras físicas y accesibilidad se refiere?
Las mayores barreras arquitectónicas físicas que me encuentro están relacionadas con el orden y la ubicación. Es decir, no dejar el material de trabajo en su sitio o demandar visitar varias salas de trabajo sin conocérselas previamente, es de las mayores dificultades físicas que me encuentro diariamente.
¿Y qué sucede con los aparatos y herramientas de trabajo que ha de utilizar? ¿Los fabricantes tienen presente que puedan ser utilizadas por personas con discapacidad?
Lamentablemente, no. Como he mencionado anteriormente, una de las dificultades es el manejo de nuevas tecnologías, la mayoría basadas en estímulos visuales. Es cierto que, en este sentido los avances se llevan a cabo pensando en características generales para la población que lo vaya a utilizar. Sin embargo, las personas con bajo resto visual o ceguera completa no podemos utilizarlos. En muchos productos que se utilizan hoy día, podrían accesibilizarse si existiera un mínimo de preocupación y prioridad por parte de los fabricantes y/o diseñadores.
¿En alguna ocasión ha sentido rechazo por parte de algún paciente por la discapacidad que padece?
No, rechazo no. Más bien duda e incertidumbre por parte de familiares del paciente.
A su juicio, ¿Qué medidas a tomar serían las más urgentes para adaptar el ejercicio de la Fisioterapia a los profesionales con alguna discapacidad?
Es una cuestión que no se puede contestar en pocas palabras. Hay muchos límites que se pueden mejorar tanto en formación como en el ejercicio de la profesión y, la gran mayoría, solo pasan por ofrecer distintas formas de presentación digitales. Lo más importante, es que las empresas e instituciones consulten estas inquietudes y problemas en el sitio oportuno, la ONCE. La ONCE cuenta con los departamentos, profesionales y herramientas adecuadas para la subsanación o adaptación de puestos de trabajo y formación. El problema es que la mayoría no consultan donde deben y, por supuesto, no se dan las adaptaciones al puesto de trabajo o formación como corresponde.