Para Raquel Molano, fisioterapeuta en esta Mutua Colaboradora de la Seguridad Social, “El confinamiento ha marcado un antes y un después en nuestra forma de trabajar”.
¿En qué consiste tu trabajo como fisioterapeuta en ASEPEYO?
Realizamos tratamientos de Fisioterapia a pacientes con patología laboral, es decir accidente laboral y enfermedad profesional. Por lo tanto, son pacientes en edad laboral, de 16 a 67 años.
¿Cuántos profesionales formáis parte? ¿Qué servicios ofrecéis?
En el servicio de Fisioterapia somos dos fisioterapeutas, mi compañero Javier Campayo y yo. En el servicio médico contamos con tres compañeros médicos y tres enfermeras, que trabajan tanto el accidente laboral como el seguimiento de las bajas por contingencias comunes.
¿Cómo os ha afectado la COVID-19 en el centro? ¿Y a los pacientes?
En nuestro caso, la pandemia, y en especial el confinamiento de hace un año, ha marcado un antes y un después en nuestra forma de trabajar. Durante el confinamiento y “de un día para otro”, pasamos a hacer teletrabajo. Nos reinventamos en 48 horas. Nuestra empresa cuenta con varias herramientas: PAF (Pautas Audiovisuales de Fisioterapia) y enseñanza domiciliaria a través de ejercicios enviados a los pacientes por correo electrónico. La que más utilizamos esos días y actualmente, son las PAF, que es una herramienta virtual para que nuestros pacientes puedan realizar ejercicios domiciliarios a través de vídeos realizados por un fisioterapeuta.
Para ello, el paciente solo tiene que descargarse la APP “Mi Asepeyo”, registrarse y nosotros le seleccionamos los vídeos adaptados a cada paciente y a su patología actual. Realizábamos un seguimiento individualizado de la ejecución de estas pautas domiciliarias a través de videollamadas, por lo que entrábamos a las casas de nuestros pacientes, y ellos, a las nuestras. Conseguimos muchos progresos “sin tocarlos”, fue una experiencia muy gratificante.
Para ti, ¿cuáles han sido las claves para salir adelante?
Imaginación, adaptación al cambio e innovación a través de las herramientas digitales, convirtiendo a los pacientes en los auténticos protagonistas de su recuperación.
Cuando os encontráis un caso difícil ¿cómo lo afrontáis?
Lo más difícil en estos casos complicados es transmitir positividad y enseñar al paciente a vivir la incertidumbre que genera esa situación. En los casos en los que irremediablemente queda alguna secuela reforzamos mucho la adaptación a la nueva situación, proporcionando al paciente recursos físicos e, incluso en ocasiones, emocionales para ello. Se trata de un trabajo en el plano corporal y mental para la salud y bienestar del paciente.
¿Cuál es la mayor recompensa cuando se ven los resultados del tratamiento?
La mayor recompensa es el agradecimiento de los pacientes el día que se despiden. Nuestro trabajo, por sus características de cercanía en las terapias y prolongación en el tiempo, generan un vínculo con los pacientes que en pocas profesiones se produce. Es muy gratificante haber sido capaces de sacar lo mejor de nuestra profesión y de nuestra experiencia personal y laboral para mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes.
¿Qué consejos les darías a los jóvenes recién graduados que quieran dedicarse a esta rama?
Mi consejo tras 23 años ejerciendo es que no paren de formarse y de reinventarse; que lo vivan con pasión; que cada nuevo paciente lo afronten con la misma ilusión y las mismas ganas que si fuera el primero y que disfruten mucho del camino. Sólo así podrán recoger la otra cara de esta profesión, el aprendizaje diario que recibimos de cada paciente
¿En qué consiste tu trabajo como fisioterapeuta en ASEPEYO?
Realizamos tratamientos de Fisioterapia a pacientes con patología laboral, es decir accidente laboral y enfermedad profesional. Por lo tanto, son pacientes en edad laboral, de 16 a 67 años.
¿Cuántos profesionales formáis parte? ¿Qué servicios ofrecéis?
En el servicio de Fisioterapia somos dos fisioterapeutas, mi compañero Javier Campayo y yo. En el servicio médico contamos con tres compañeros médicos y tres enfermeras, que trabajan tanto el accidente laboral como el seguimiento de las bajas por contingencias comunes.
¿Cómo os ha afectado la COVID-19 en el centro? ¿Y a los pacientes?
En nuestro caso, la pandemia, y en especial el confinamiento de hace un año, ha marcado un antes y un después en nuestra forma de trabajar. Durante el confinamiento y “de un día para otro”, pasamos a hacer teletrabajo. Nos reinventamos en 48 horas. Nuestra empresa cuenta con varias herramientas: PAF (Pautas Audiovisuales de Fisioterapia) y enseñanza domiciliaria a través de ejercicios enviados a los pacientes por correo electrónico. La que más utilizamos esos días y actualmente, son las PAF, que es una herramienta virtual para que nuestros pacientes puedan realizar ejercicios domiciliarios a través de vídeos realizados por un fisioterapeuta.
Para ello, el paciente solo tiene que descargarse la APP Mi Asepeyo, registrarse y nosotros le seleccionamos los vídeos adaptados a cada paciente y a su patología actual. Realizábamos un seguimiento individualizado de la ejecución de estas pautas domiciliarias a través de videollamadas. Entrábamos a las casas de nuestros pacientes, y ellos, a las nuestras. Conseguimos muchos progresos “sin tocarlos”, fue una experiencia muy gratificante que marcó un antes y un después en el periodo del confinamiento.
Para ti, ¿cuáles han sido las claves para salir adelante?
Imaginación, adaptación al cambio e innovación a través de las herramientas digitales, convirtiendo a los pacientes en los auténticos protagonistas de su recuperación.
Cuando os encontráis un caso difícil ¿cómo lo afrontáis?
Lo más difícil en estos casos complicados es transmitir positividad y enseñar al paciente a vivir la incertidumbre que genera esa situación. En los casos en los que irremediablemente queda alguna secuela reforzamos mucho la adaptación a la nueva situación. Proporcionando al paciente recursos físicos e, incluso en ocasiones, emocionales para ello. Se trata de un trabajo en el plano corporal y mental para la salud y bienestar del paciente.
¿Cuál es la mayor recompensa cuando se ven los resultados del tratamiento?
La mayor recompensa es el agradecimiento de los pacientes el día que se despiden. Nuestro trabajo, por sus características de cercanía en las terapias y prolongación en el tiempo, genera un vínculo con los pacientes que en pocas profesiones se producen. Es muy gratificante haber sido capaces de sacar lo mejor de nuestra profesión y de nuestra experiencia personal y laboral. Siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes.
¿Qué consejos les darías a los jóvenes recién graduados que quieran dedicarse a esta rama?
Mi consejo tras 23 años ejerciendo es que no paren de formarse y de reinventarse; que lo vivan con pasión; que cada nuevo paciente lo afronten con la misma ilusión y las mismas ganas que si fuera el primero y que disfruten mucho del camino. Sólo así podrán recoger la otra cara de esta profesión, el aprendizaje diario que recibimos de cada paciente.
Raquel Molano García, Col.Nº 13 C-LM